jueves, 3 de octubre de 2013

El nuevo heredero del sombrero



El nuevo heredero del sombrero 



En un taller con olor a azufre y con más de mil sombreros que se encuentran pendiendo del techo y colgados en las anchas paredes de adobe de la casa patrimonial, ubicada en la calle Tarqui, trabaja don Manuel Valencia, un artesano de estatura pequeña y piel oscura de setenta y tres años de edad.

Aprendió el oficio de hormar sombreros cuando apenas tenía ocho años: “la pobreza me obligó a escoger este oficio, aunque no me haya gustado esta profesión, la necesidad me hizo trabajar en esto”, expresó Manuel Valencia, mientras daba forma a un sombrero de paño.

Valencia se inició como ayudante de Luis Vélez y más tarde como uno de los operarios de Miguel Pulla, padre de Alberto Pulla, “los operarios de don Alberto se ausentaron, entonces fue a pedirle ayuda al papá para que le preste a un oficial, en aquel tiempo yo venía a trabajar con él las mañanas y las tardes regresaba donde el papá,  un día don Alberto me propuso trabajar con él y yo acepte, en ese entonces yo tenía quince años y desde esa edad hasta ahora, sigo trabajando aquí”, recordó Valencia con una sonrisa y con un profundo sentimiento como llegó a trabajar a la conocida Casa del Sombrero, en donde perfeccionó su técnica con la ayuda de su maestro, amigo y compadre Alberto Pulla, un ilustre artesano e imagen turística de Cuenca, quien falleció hace dos años diez meses.

Manuel Valencia a más de trabajar con Alberto fue también su traductor por más de 31 años, pues Pulla padecía de cáncer a las cuerdas vocales por lo que perdió la voz. La muerte de su compadre afectó emocionalmente a Manuel, sin embargo él decidió seguir dando forma a veinte sombreros diarios, regalar una sonrisa al visitante y trabajar hasta que las fuerzas le permitan seguir adelante.


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